miércoles, 5 de diciembre de 2007

REFLEXIONES QUE NOS DAN PAZ



MOMENTOS DE PAZ

Conocer para amar.

Una pareja, totalmente enamorada, me contaba el otro día que para ellos, la mayor aventura de sus vidas había sido conocerse.
Entonces le dije que el principio de la sabiduría- siguiendo la filosofía y la corriente espiritual cristiana y la oriental- era conocerse a sí mismo.
¡Por qué?, me dijeron con cierto aire de inquietud en sus ojos bañados de una preciosa luminosidad.
Muy sencillo, les contesté.
El conocimiento de sí mismo es la autopista para llegar a todas partes con plena seguridad y con el corazón feliz y rebosante de alegría.
El conocimiento de sí mismo es la misma plenitud humana. Una persona que se conoce a sí misma, se convierte en un filtro por el que pasa sólo lo que es digno, loable, bueno y bello. Lo demás se rechaza.
Nuestras relaciones- seguían hablando –marchan muy bien desde el día de nuestro primer encuentro, en el cual comenzamos una carera brillante basada en el conocimiento mutuo.
No hemos tenido decaimientos, ni rupturas, ni desengaños. Andamos por un camino de rosas.
Nuestro conocimiento hace que las espinas que se ocultan tras la belleza de las rosas, no nos pinchen ni hieran nuestras relaciones.
No se trata de e un conocimiento intelectual o analítico. Se trata de acercarnos el uno a la otra o viceversa con la confianza que engendra el afecto en el marco del diálogo que crea intimidad en nuestras vidas jóvenes.
Nuestros corazones son océanos por los cuales solamente navegan los barcos de la amistad, el conocimiento sincero y el crecimiento de dos enamorados que maduran hasta la sazón
¡Vive hoy feliz!

Carta a una joven

Todos los días echo la red de mis afectos al mar de tu pulcros sentimientos.
Te veo bella como la luna, perfumada como la flor más espléndida que crece en el jardín de esta vida.
Cuando te veo por la calle con tu rostro sonriente, con tu cabello movido por el viento- cogida de la mano de tu amigo- siento una gran admiración por ti.
Eres promesa de una vida nueva, semilla ya crecida que pronto va a dar sus frutos mejorando a esta sociedad en la que te ha tocado vivir.
Me imagino que no andarás con tontadas que estropeen tus años felices de joven.
En la carrera del amor que ya percibes y siente hondamente en tu corazón, vale más quien va más despacio.
Quien mucho corre en esta ciencia eterna del amor, se estrella, posiblemente, en seguida contra el acantilado de la frustración.
Tienes tus años para acabar de tu madurar en tu lindo cuerpo –arpa de mil sonidos diferentes- y en tu madurez espiritual, es decir, en toda la gama de valores que asoman ya en tus cualidades.
Te queda tiempo para madurar. No descuides ningún momento para vivir la vida intensa y profundamente, digna y elegantemente.
Cruza los caminos de esta existencia. Escoge siempre lo mejor y lo más bello para formar una sinfonía de gozo y de júbilo en ti misma.
Huye del pasotismo y de la mediocridad consumista.
Joven, flor hermosa que crece en este paraíso, hazlo más agradable con tu sabiduría y tu ternura. Lo esperamos de ti.
¡Vive hoy feliz!
“La ciencia no lo sabe todo” (Phil Bosmans)
Suponte que no hubiera habido adelantos científicos,¿ viviríamos mejor?
Tu respuesta será con seguridad, no.
La ciencia ha prestado grandes servicios a la humanidad y los seguirá ofreciendo.
Se han ido superando las limitaciones que había en otras épocas. Hoy día te encuentras al levantarte con tu despertador, teléfono móvil, tu música, tu tele...y el desayuno preparado.
Esto es una maravilla. Pero lo malo de la ciencia es que con el desarrollo puede apartar a los hombres de Dios y disminuir las relaciones entre ellos mismos.
Lo bueno de la ciencia verdadera es que cada día, dados los avances vertiginosos, reconoce sus limitaciones.
A medida que avanza la ciencia se presentan nuevas necesidades al hombre, a veces insuperables a primera vista.
Un científico afamado reflexionaba así: He descubierto tal invento que ha aportado mucho bien a la humanidad en el aspecto físico.
Pero me doy cuenta de que en lo espiritual y psíquico, no le ha reportado todo el bien que yo esperaba. ¿Qué hacer?
Poner todas la cosas bajo la mirada atenta de Dios y seguir trabajando con interés para ayudar a la humanidad que necesita de mis esfuerzos y de mi visión cristiana de la ciencia.
Tú no eres un científico. No te importa mucho. Pero desde tu paz y serenidad puedes aportar gozo a quien te rodea. ¡Menuda ciencia la tuya!
¡Vive hoy feliz!

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